Había una vez… un 30 de junio, en el año 1992, un grupo de maestras y su directora, se encontraron sin trabajo al tener que dejar la escuela donde trabajaban… ¿qué podían hacer, si lo único que les apasionaba era hacer educación?… empezaron a tomar decisiones:

Primero, una sesión de llanto… ¡habían perdido su trabajo!
Segundo, una sesión de ideas… ¡no contaban con mucho tiempo!
Tercero, una sesión para distribuirse el trabajo… ¡Huellas tenía que iniciar clases en septiembre!…

Así, empezaron a recibir inscripciones, a buscar una casa donde instalarse, a diseñar programas, a crear propuestas, a tramitar el nombre, a formar una asociación donde todas fueran socias… ¡en fin, estaban llenas de trabajo!, pero, sobretodo, ¡estaban felices: surgía una oportunidad que les permitía recuperar y aprender de la experiencia de trabajo anterior, tenían la posibilidad de mejorar haciendo e involucrándose de otra manera –una más rica- con la educación y la escuela misma y estaban juntas, animadas y apoyadas por un fuerte grupo de padres de familia!.

En aquel momento, éramos diez socias… Gloria Cortés, Gloria Delgadillo, Paty Villegas, Eve Hermosillo, Sonia López, Pera García, Pau, Sandra, Paola y yo (Cope). El “mundo” nos tachaba de locas –por decir lo menos-: ¿cómo que todas socias? ¿cómo que en igualdad de condiciones?… pero la coyuntura y nuestras convicciones eran más fuertes: ¡claro que sí se puede!.

Encontramos una casa hermosa en Lerdo de Tejada esquina con Cervantes Saavedra y, con el apoyo del Lic. Lazo y de la familia Oetling Corvera, “Don Carlitos” –así se llamaba el dueño- accedió a rentárnosla.

Convocamos a padres de familia, niñas, niños y nosotras, ¡a darle a la casa una “manita de gato”!… pintamos entre todos, limpiamos entre todos y nos acomodamos e instalamos todos juntos… entre risas, botanas, música… ¡casi no lo podíamos creer: nuestra escuela tenía forma, nombre y fondo!.

Iniciamos con aproximadamente 80 niñas y niños… abrimos con todos los niveles, de maternal a 6º de primaria; y lo que era más importante para nosotras: con una propuesta innovadora, reflexionada y armada, que brindara confianza y la oportunidad de hacer una verdadera comunidad educativa.

Iniciamos el trabajo con:

Paulina en el maternal y contratamos a Chata como su auxiliar. Gloria Delgadillo con el grupo de 1º de pre-escolar. Eve con el grupo mezclado de 2º y 3º de pre-escolar. Paty con el grupo de 1º de primaria. Sonia con el taller de español. Gloria. Cortés con el taller de ciencias naturales. Pera con el taller de ciencias sociales. Paola y la Cope con el taller de matemáticas, la Cope con la dirección y Sandra elaborando material. Don Carlitos nos ayudaba con todas las reparaciones, ¡cuidaba su casa como oro molido! y creo que a todos los papás y a todos los niños les tocó convivir, de una u otra forma, con él, pues ¡también a nosotras nos “cuidaba” muchísimo!. Además, nos ayudaba a barrer la banqueta “Don Alfredo”-siempre sospechamos que, además de barrer la banqueta, Don Alfredo nos robaba “cositas” de la escuela-… ¡éramos todo un equipo!…

La primera asamblea general, ¡nos agarró el agua!, tuvimos que meternos al pasillo, ciertamente, no era el espacio ideal para realizar una junta: era un pasillo bastante angosto que terminaba en la escalera al segundo piso, como pudimos, nos acomodamos… ¡estábamos tan entusiasmados y puestos que todavía recordamos esa asamblea como augurio de buena suerte y mucha unión!.

Esos primeros años fueron muy divertidos y de mucho aprendizaje para todos… como tiene que ser, vivimos de todo: experiencias gratas y también algunas no tan gratas: durante el 2ª y 3er año, les pedimos que salieran de la asociación a tres de nuestras socias, ¡qué trabajo nos costó!…; impulsamos mucho el teatro: empezamos a escribir nuestras obras y, poco a poco, armamos un gran elenco: ¡Hasta el premio nacional de teatro escolar llegamos!; estrenamos nuestras primeras playeras de Huellas, las cuales, en una ocasión, además de haber sido robadas, fueron “publicitadas” en el noticiero local, pues agarraron al ladrón ¡y lo descubrimos gracias al noticiero!; los talleres nos ofrecían a todos sus propios proyectos: en ciencias sociales, nuestros niños presentaron conferencias; en ciencias naturales, germinaron semillas y las vendieron… ¡un taller auto-sustentable, padrísimo!; las mamás vendieron pasteles para hacerse de fondos y apoyarnos; fuimos a la tele y al radio a que nos entrevistaran; hicimos noches bohemias en la azotea, ¡hermosas!; hicimos paseos y campamentos al terreno de Pau, ¡divertidísimos!; ¡en fin: fueron años llenos de experiencias, aprendizajes y crecimiento!.

Nuestra primera generación: un niño y una niña –Ana Paula, ahora encargada de la biblioteca y maestra de computación de la secundaria- que sólo cursaron 6º en Huellas, pues el resto de la primaria lo habían cursado con nosotras, pero en la otra escuela donde trabajábamos; la 2º generación era también pequeña y también venía con nosotros de la otra escuela: 3 niñas y un niño; sin embargo, a partir de la 3ª generación, ya éramos más “grupo”, ellos eran 10.

Para nosotras, las socias, a pesar de que en 3 años ya sólo éramos 7, empezó a construirse y re-construirse continua y cotidianamente nuestro sueño: ¡Huellas es una escuela donde todos aprendemos siendo felices!.

La construcción y re-construcción continua de Huellas, además de ser un placer, nos ha confrontado con los valores y crisis sociales y personales… por un lado, ha sido más difícil de lo que esperábamos y, por otro, ¡hemos aprendido muchísimo!

Al iniciar, y los primeros 6 años, nuestro modelo pedagógico contaba con: Asambleas; las asambleas, no son originalmente nuestras; nosotras nos las “volamos” de un proyecto del CEE, llamado Nezahualpilli. Originalmente, son una propuesta para atender el área emocional de los niños y favorecer la convivencia y el sentido de pertenencia. Poco a poco, en la mediada que las vivimos y que nosotras mismas continuamos revisando y estudiando, las hemos enriquecido, creo, incluyendo también el área cognitiva. Con el tiempo, las asambleas se han convertido en nuestras y han sido espacios en donde ¡todas y todos nos hemos disfrutado mucho!. Tanto, que nosotras incluimos no sólo la asamblea al inicio, como es la propuesta original, sino también al final como un espacio de “cierre”.

Literatura, ¡en todos los niveles por supuesto!. Desde que iniciamos, y hasta la fecha, estamos convencidas de que leer, además de permitirnos la entrada a otros mundos, todos tan maravillosos como nuestra imaginación nos lo permita, nos permite desarrollar procesos cognitivos y emocionales como ningún otro recurso. Ha sido un poco difícil promover la lectura como un verdadero placer, pues, tristemente, no todos los maestros ni todos los papás son buenos lectores, y ésta, como cualquier otra pasión, en realidad no se enseña… ¡se contagia!. Eso sí, ¡seguimos insistiendo!… Los primeros años, fue a través de la literatura que llegamos al teatro y “La peor señora del mundo” se convirtió en un “hitazo”: ¡todo el mundo la leímos!, varios grupos la adaptaron a obra teatral, varios grupos la representaron y, finalmente, ¡con ella ganamos nuestro prestigio en el teatro!…

Pre-escolar y 1º de primaria, investigación. También la investigación, como espacio, lo conocimos por Nezahualpilli; en su propuesta, también era un espacio que intencionaba más aspectos afectivos que cognitivos y nosotras, estudiando y revisando continuamente, lo hemos convertido en un espacio curricular muy rico y de mucho desarrollo para niños, maestros y los papás que se dejan. Presentaciones de investigación hemos tenido, y seguiremos teniendo espero, ¡de todos tipos!…

A partir de 2º de primaria, iniciamos con talleres de: matemáticas, ciencias sociales, ciencias naturales y español. Teníamos un salón, montado y adecuado como cada uno de los talleres, y los niños “se movían” de taller en taller. Fue una experiencia maravillosa para todos; en el taller de matemáticas, por ejemplo, incluíamos “el pago de la nómina”, quincenalmente –y, porque así lo exigían los tiempos-, un grupo de primaria trabajaba resolviendo cuántos billetes y monedas de cada monto teníamos que pedir en el banco, iba al banco conmigo, repartía el dinero en los sobres… también calculábamos las listas del súper de las mamás que jalaban, con periódico de las ofertas en mano… así podían decidir si era más conveniente comprar en la Comer o en el Gigante… ¡en fin!, el gusto y la facilidad por las matemáticas se extendió en la escuela de una manera divertida ¡casi sin darnos ni cuenta!. El taller de ciencias naturales, creo, fue el que provocó mayor impacto, pues tanto los germinados de los niños, el cuidado de sus plantitas y mascotas y las campañas que organizaron, como sus “representaciones” de los diferentes aparatos y sistemas del cuerpo humano, lograron, me parece, llegarnos, ¡a todos! a nuestra conciencia ecológica… también en los talleres de sociales y español hicimos muchas cosas: unos “ficheros del mundo” que aún hoy nuestros egresados recuerdan como un viaje maravilloso por el planeta; conferencias de los más “formales” y completas que hayamos escuchado; maquetas de la época medieval que bien podrían haber sido expuestas en el museo regional; un lenguaje totalmente original, incluyendo expresión oral, corporal y gráfica; juegos de todos los tipos… ¡muy divertido y formativo!… ¡eso sí!, aprendimos que los niños de 2º estaban aún pequeños para los cambios de maestros y para la calidad exigida en los trabajos, así que muy pronto los talleres fueron a partir de 3º de primaria. ¿Cuándo y por qué se acabaron?… se conjuntaron varios factores: el inglés, que se iba convirtiendo, a la velocidad del rayo, en una necesidad social; los maestros, que requieren del dominio de un área para disfrutar, ser propositivos y creativos en la conducción de un taller de ciencias; el crecimiento de nuestra escuela y, por lo tanto, de nuestros grupos; y también, ¿por qué no decirlo?, la “crisis social” que agobia y cuestiona a las familias y, en muchas ocasiones –como en este caso, me parece-, genera respuestas “pendulares”, es decir, una tendencia social a conservar lo conocido ante la incertidumbre de lo nuevo y cambiante. Todos estos factores nos llevaron a buscar otras formas, también divertidas y ricas, de atender las necesidades de desarrollo de nuestros niños. Plástica/expresión. ¡Padrísimo!… algunos años incluimos música –dimos conciertos, ¡y hasta hicimos presentaciones en otras escuelas!; otros teatro –nos presentamos en la FIL y en diferentes concursos organizados por las editoriales- y todos los años: ¡mucha creatividad!
Pre-escolar y 1º de primaria han tenido, desde entonces, su tiempo de “apoyo al programa” o “trabajo personal”, que nos permite un seguimiento más cercano con cada uno de nuestros niños.

Y, el resto de la primaria, su momento de “mecanización”, pues el ejercicio de la memoria, de la agilidad mental, de la fluidez del lenguaje, ¡etc!, ¡sigue siendo muy importante. Es verdad, que la construcción del conocimiento, la ciencia y la tecnología nos plantean como necesario, en la actualidad, el uso de los recursos y las herramientas, ¡pero sin cabeza bien desarrollada no sirven de nada!, así que seguimos divirtiéndonos con la mecanización!… Las propuestas de cada taller fueron siempre de mucha construcción, involucramiento y diversión. A mí me tocó, ¡de suerte!, estar siempre pendiente e involucrada directamente con todos… pero la verdad es que, como escuela pequeñita, ¡todo el mundo se involucraba, disfrutaba y se comprometía con todos y en todo!.

Nuestra escuela de Lerdo de Tejada, por todo lo que significa, sigue siendo para nosotras un fuerte cimiento; curiosamente -¿o no?- el cambio de residencia coincidió con otros muchos cambios… ¡ya se los contaremos en los siguientes capítulos!…

Y así pasó nuestra “infancia”: felices, construyendo, creando, aprendiendo, discutiendo, disfrutando… como toda “infancia” sana… después de los seis primeros años, ¡llegó nuestra “adolescencia”!…

Yo la he llamado así, porque me parece que los cambios, crisis y logros que tuvimos fueron eso: un periodo de cuestionar todo, de retar y volver a probar para consolidar, de ajustar y eliminar, de desprendimientos y conquistas, de deconstrucción para re-construirnos… en fin… ¡un periodo de adolescencia tal cual!…

Me explico:

Tal como dicen por ahí, las oportunidades, en ocasiones, vienen juntas. A nosotras, y a Huellas, nos sucedió así. Se presentaron cuatro factores, juntos y sí, ¡revueltos!, aunque yo se los voy a platicar separándolos, ¿vale?…

Huellas estaba siendo una comunidad de aprendizaje tan completa y disfrutable que nos llenamos de niñas, niños y papás, así que había que buscar otro espacio físico, uno más amplio y adecuado, donde todos tuviéramos espacio y, además, pudiéramos recibir a más familias interesadas. La oportunidad de cambiarnos a estas instalaciones apareció; económicamente no teníamos la posibilidad real de alcanzar el costo mensual que significaba, ¡pero sí teníamos la confianza en Huellas y en nuestro trabajo! y, con el apoyo del papá de Paola –una vez más-, logramos el contrato. Lo que no previmos, fue que el cambio de zona, junto con la necesidad de llenar nuestros cupos, nos iba a poner, continuamente, en una situación difícil: muchas de las familias que nos buscarían, lo harían por la cercanía, por las dificultades o necesidades de “un” hijo o hija, por comodidad… y no por compartir nuestra filosofía y nuestras convicciones. Cuando menos pensamos estábamos llenas, pero con muchas dificultades para funcionar como la comunidad educativa que habíamos sido hasta entonces. Por supuesto, en la escuela los cursos, fiestas y propuestas continuaban… suponíamos, y esperábamos, que las y los niños no resintieran nuestras dificultades…

Al mismo tiempo, se me presentó la oportunidad de irme a Madrid a hacer mi programa de doctorado. Personalmente, ¡era mi sueño hecho realidad! y, además, ¡ganado a pulso!… para las demás socias, significaba también la oportunidad de recuperar toda su experiencia y su bagaje y demostrarlo ante este nuevo reto que significaba la escuela “grande”. Tampoco, creo, previmos, que ante nuevas situaciones los equipos se desarman para re-armarse, ¡no lo planeamos y ponderamos como la situación exigía!… me parece que nos invadió nuestro idealismo, y la realidad se nos impuso, como suele suceder, sin tentarse el corazón, así que la vivimos con mucho conflicto, dolor y, como solemos vivir nuestro proyecto: ¡con mucha intensidad!…

Sucedió también, que Paola tuvo la oportunidad de integrarse completamente, pues, aunque siempre había sido nuestra socia, vivía fuera, así que no contábamos con ella en la cotidianidad del trabajo día a día. ¡Una razón más, y muy importante, que exigía desarmarnos para re-armarnos como equipo!.

Finalmente, el cuarto factor: las y los maestros. Huellas creciendo, lógicamente requería de más maestros… además, el crecimiento había llevado a las socias, quienes eran las maestras los primeros años, a salir del aula para atender las nuevas necesidades; “más maestros” suena fácil, pero la verdad es que en un proyecto como el nuestro, donde ellas y ellos juegan un papel tan importantísimo, es mucho más difícil que en cualquier otro lugar: aquí, hay que capacitarlos nuevamente –pues la formación profesional que reciben atiende a los modelos tradicionales-; hay que trabajar en equipo -¡y nadie, en ningún lugar nos ha enseñado!-; hay que ser creativo, equitativo y horizontal, y esto es muy difícil de vivir, aunque sea tan bonito de escuchar y decir…

Ahora que lo escribo… ¡no suena tan difícil!, sin embargo, creo que para Huellas y para nosotras, la mezcla fue algo así como una bomba… cuando yo regresé de Madrid… ¡la bomba estuvo a punto de explotar!… de suerte, los padres de familia no nos lo permitieron y, cuando nosotras ya no veíamos formas de solucionar, acordar y negociar el “amarre” de tantos factores juntos, invadidas de impotencia, dolor y desencuentro, nos sugirieron intentar con un “pacificador”… vale la pena decirlo: ¡1000 gracias mamás y papás! y, por supuesto, ¡1000 gracias Alberto! (nuestro querido “pacificador”), pues finalmente, aunque tres de nuestras socias salieron, ¡Huellas y nosotras nos re-dispusimos a seguir, a aprender de la experiencia y a continuar trabajando para que Huellas sea lo que es!: un espacio donde todas y todos aprendemos siendo felices.

Me piden que escriba “el último capítulo de nuestra historia” y… ¡no puedo!… cerrar, plantear un final a una historia que no se acaba, definitivamente es tan difícil como el cine francés…

Nuestra “juventud”, que no es como las actuales, sino como las de antes: madura, alegre, llena de proyectos… ¡llegó casi sin darnos ni cuenta!… y en ella estamos: estos últimos años, que también nos han planteado retos y por donde siguen pasando niños, padres de familia y maestros que van dejando en nosotros sus Huellas, hemos tenido nuevamente la posibilidad de vivir nuestro sueño: Huellas es un espacio donde todas y todos aprendemos siendo felices.

Las crisis que vive nuestro país y el mundo en general, por supuesto que nos afectan: globalización, neoliberalismo económico, sociedad del conocimiento, cataclismo ecológico… es una conducción del mundo, sin reversa, que, aunque no nos gusta, tenemos que enfrentar y disfrutar, sobretodo algunos de los planteamientos que vienen con el paquete: democracia, reformas educativas, diversidad…

Así, nos tocó abrir la secundaria como parte de la educación básica; un reto difícil pues el hecho de que la ley incluya a la formación de adolescentes como parte de la educación básica, surge precisamente de la comprobación de que a nuestros adolescentes no se les estaba ofreciendo formación, sino mera instrucción y justo en el momento de desarrollo que menos les interesa… ¿cómo continuar con nuestra metodología ante una carga curricular tan desmedida? ¿cómo ayudar a los adolescentes a disfrutar su aprendizaje? ¿cómo incluir a los adolescentes en una comunidad familiar cuando justo su momento de desarrollo les exige desprendimiento?… y, seguimos: chavas, chavos, padres de familia y maestros, han pasado y dejado sus Huellas, ayudándonos así a construir nuestra historia.

Hemos también incluido programas socio-educativos que coinciden con nuestras convicciones: cultura por la paz, proyecto Roma… y tampoco ha sido fácil, pues, de principio, surgen precisamente porque lo que se legitima socialmente es lo contrario: es decir, surge un programa de cultura por la paz, precisamente porque la educación, en general, que se está ofreciendo a nuestros estudiantes favorece la competencia, la ley del más fuerte y los instrumentos que brinda no permiten la consideración, el diálogo, el respeto, la convivencia… y es difícil pues la legitimación social es, siempre, sutil, inasible, “lógica”, “incuestionable”… ¡pero nos gustan los retos!…

Vamos logrando formalizar algunos festejos, esperando que dejen Huellas: la semana cultural, el día del niño, el festejo de mamás y papás, el festejo de la independencia, la presentación de inglés, el día de muertos… ¡todos divertidos y llenos de anécdotas!… ¡y ni se diga los campamentos!, cada vez que se realizan vemos niños y chavos ¡“cansados” de tanta diversión!…

En la historia de los últimos años tenemos que incluir, muy especialmente, las Huellas de las diferentes sociedades de padres de familia, pues han hecho historia –valga la redundancia- las diferentes versiones de mini-olimpiadas, programas ecológicos, festejos del día del maestro -¡1000 gracias!-, la rifa de dólares… ¡y por supuesto el boletín!…

Con un proyecto educativo sólido y siempre abierto al aprendizaje, dinámico y aún alternativo… ¡llegamos a nuestros quince años!; estamos MUY CONTENTAS de haber sobrevivido crisis económicas, cambio de residencia, cambios de población y conflictos internos, por eso… ¡queremos festejar en grande!…

Por lo tanto, mas que cerrar, creo que dejo abierto porque nuestro sueño continúa construyéndose y re-construyéndose continuamente:

¡Huellas es un espacio donde todas y todos aprendemos siendo felices!

COPE.